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El francés es una lengua romance, derivada del latín, como el español o el italiano. Su importancia hoy por hoy deriva de su gran expansión en el mundo, se calcula que hay unos 220 millones de francófonos, y su uso durante los últimos siglos en la diplomacia internacional hace que sea lengua oficial o de trabajo de muchas organizaciones internacionales, como la Unión Europea o Naciones Unidas.

La lengua francesa se expande de la mano del imperio colonial francés desde el siglo XVII y hasta el siglo XX, en competición con otras lenguas europeas como el español y el inglés. Consecuencia de esta expansión territorial, hoy por hoy el francés se habla en los cinco continentes: en Europa, junto a Francia es idioma oficial en Mónaco, Bélgica, Luxemburgo o Suiza. En América es idioma cooficial de Canadá y también se habla en la zona del Caribe, siendo también el idioma oficial en los territorios de ultramar de Francia. En África, en los países que eran parte del Imperio francés o colonias belgas, se habla en forma dialectal prácticamente en toda el África Subsahariana. Países como Camerún o Guinea Ecuatorial lo usan como idioma oficial, mientras que en Marruecos, Argelia, Mauritania y Túnez, se habla junto con el árabe y los dialectos bereberes, y en Egipto, siendo minoritario, se utiliza como lengua de cultura: por ejemplo, la Universidad Senghor de Alejandría es francófona. Por último, en Asia se utiliza en forma minoritaria en Camboya, Laos, Vietnam e India y en Oriente Próximo, al ser zona de protectorado francés, es utilizado en el Líbano y en Siria; y en Oceanía se habla en los territorios franceses de las islas de Nueva Caledonia, la Polinesia francesa y en Wallis y Futuna y en Vanuatu.

Independientemente de esta expansión territorial, la lengua francesa es considerada la lengua de la cultura, ya que se asocia con París, la capital de Francia, y se considera idioma de las artes, de la cocina, de la moda, la danza, el teatro… incluso del amor. También es la lengua de la ilustración y la razón, de los derechos humanos, de los filósofos del “siglo de las luces”.

El aprendizaje del francés desde otra lengua románica como el español no resulta excesivamente complicado, aunque tiene una gran riqueza gramatical y fonética. Permite que midamos nuestros avances en un tiempo razonable a nivel oral, aunque la expresión escrita requiera un poco más de tiempo. La escritura no es como la pronunciación real pero es fácil predecir la pronunciación a partir de la escritura.

Nuestra oferta educativa está esencialmente basada en clases reducidas para fomentar la participación, formación de grupos con criterios de similar nivel lingüístico, profesores nativos y la preparación de los títulos DELF y DALF, que son los diplomas oficiales otorgados por el Ministerio de Educación Nacional de Francia.